lunes, 27 de diciembre de 2010

Bienvenidos

Don Marcelino a los cuarenta y siete añosEscribe don Marcelino Menéndez Pelayo “Las antologías poéticas son casi tan antiguas como la misma poesía lírica escrita. Nada tan expuesto a perecer como estas composiciones fugaces, si es que no se las recoge a tiempo y se las ata en vistoso ramillete. (…) Son los archivos literarios por excelencia y un testimonio fehaciente de todas las transformaciones de su arte. Nunca la obra aislada de un poeta, por grande que éste haya sido, nos puede dar la noción total de la cultura estética de su siglo como nos la da un vasto Cancionero donde hay lugar para lo mediano y aún para lo malo”

No hay nada que agregar.

Hoy son (o mejor dicho, debieran de serlo) las antologías, cerberos insobornables que solo admitan el paso de aquellas poesías fluidas, sutiles e íntimas, aquellas que deben estar a la mano de cualquier ser comprometido con el arte del vivir.

Ayer eran los cancioneros y antologías una afirmación de existencia. Hoy lo serán de permanencia, de vigencia.

Algo de historia

Del siglo XV son los primeros cancioneros castellanos.

Primer folio del cancionero recopilado por el converso Juan Alfonso de Baena (¿1375-1434?) para Juan II. Incluye obras de 56 poetas desde 1370El Cancionero de Baena(1445) registra la lírica más interesante recitada durante los reinados de Enrique II, Juan I y Enrique III.

El Cancionero de Lope de Stúñiga, más lírico aún que el primero, recoge los recitados de los poetas cortesanos –castellanos y catalanes- del erudito Alfonso V "el Magnánimo", cuya corte napolitana albergara cuatro lenguas -latina, castellana, catalana e italiana- siendo el latín vehículo de expresión y de prestigio tanto en prosa como en verso y el catalán y el castellano de carácter lúdico, laudatorio o satírico. En este último, que era la lengua materna del rey, fueron escritas casi todas las composiciones poéticas destinadas a ser cantadas. A esta corte literaria le debemos también...

...el Cancionero de Herberay des Essarts cuyas páginas reflejan una época de cambio profundo, donde conviven balbuceos petrarquistas, metros tradicionales, canciones arquetípicas, y donde muy por encima de lo formal, se perciben aires de un humanismo propio y reinterpretado.

Vasta es la obra recopilada por el Cancionero de Resende (1470-1540), obras de poetas portugueses que improvisaban y escribían indistintamente en portugués y en castellano.

Ya el siglo XVI muestra variedad y cantidad en este tipo de trabajos. El Cancionero de Ijar, el de Cancionero de Ramón de Llaviá (compilación de obras para personas piadosas), el Cancionero General de Hernando del Castillo -1511- con 964 composiciones y casi doscientos autores, obra “formada a bulto” (Lope de Vega).

Agreguemos el Guirnalda Esmaltada de galanes y elocuentes dezires de diversos autores, obra de Juan Fernández de Constantina que más parece un extracto caprichoso de aquel “General” de Hernando del Castillo que un trabajo de recopilación propio, aunque Menéndez Pelayo –de quien escribe estas líneas no es digno de pronunciar su nombre siquiera- cree que éste es anterior a la obra monumental de don Hernando. El Cancionero de obras de burlas provocantes a risa, compendio también del “General” pero solo de poesías libertinas y satíricas.

El Cancionero de Romances de Amberes; su actualización de 1550 (ambos editados en Amberes por Martín Nucio, y la Silva de Romances, obra de Esteban Nájera son los tres libros que encierran “el alma poética de nuestra raza” al decir de Federico Carlos Sáinz de Robles. Raro y admirable es el mejor modo de definir a este tríptico.

El librero Juan de Timoneda imprimió la Rosa de Romances en cuatro partes: Rosa de amores, Rosa española, Rosa gentil y Rosa real de príncipes.

Juan Flores reunió más de mil composiciones en su Romancero General de 1602, editado cada año hasta el 1614. Miguel de Madrigal haría la Segunda parte del Romancero General (1605)

En 1605, Juan de Escobar recopilaría y escribiría algunos de los versos que componen el Romancero del Cid. Francisco Metge -1626-editó el Tesoro escondido. Pedro Arias Pérez el Primaver y Flor; Juan de Linares, Flor de enamorados, Jorge Pinto de Morales sus Maravillas del Parnaso; Diego de Vera Danza de los galanes, Juan de la Puente el Jardín de amadores.

Es de destacarse entre tantas obras la de Pedro de Espinosa -1605-, una antología Flores de Poetas Ilustres, obra de peso. Joseph de Alfay, librero de Zaragoza, coleccionó -1654- las Poesías varias de ingenios españoles, y en 1670 una segunda parte titulada Delicias de Apolo, Recreaciones del Parnaso pos las tres Musas Urania, Euterpe y Calíope.

Llegamos a Juan José López Sedano quien publicó -1768- los nueve tomos de su Parnaso español, obra monumental que reúne aciertos notables con imperfecciones imperdonables al decir de otro maestro, don Federico Carlos Sáinz de Robles, quizás descuidando el hecho que toda obra monumental admite estos extremos.

El periodista aragonés con Francisco Mariano Nipho sorprende a todos con su Caxón de sastre literario o Percha de maulero erudito; obra que reúne poesías sumamente extrañas (Usted ya querrá leer alguna. Bueno, siga leyendo hombre, siga leyendo, no se impaciente).

A fines del siglo XVIII aparece un patriarca en la crítica literaria española: hablo del clérigo cantabro don Tomás Antonio Sánchez, con sus cuatro tomos de Poesías anteriores al siglo XV. Sería la primera obra de carácter rigurosamente filológico, lograda por una mente curiosa y culta y un espíritu ágil.

Un espíritu severo y clásico sería el que revele la obra de otro religioso, el escolapio madrileño Pedro Estala, así como la obra del gran poeta y alumno suyo, Manuel José Quintana y Lorenzo quien publicara en 1808 su Tesoro del Parnaso español. Mencionamos por último para cerrar con el siglo XIX a don Florencio Janer, Adolfo de Castro, Leopoldo Augusto de Cueto, Agustín Durán, don Justo Sancha, Jacobo Grimm y Juan Nicolás Bölh de Fáber.

Llegamos al siglo XX. Antología de los poetas líricos castellanos desde la formación del idioma de Menéndez y Pelayo, obra de esas que uno se atreve a mencionar debiendo luego apagar la computadora y retirarse a realizar otras actividades.

Períodos en la poesía castellana. Plan de trabajo

Estableceremos aquí una correspondencia entre la poesía y los períodos arquitectónicos en España. Es a efectos de presentar el paseo de un modo ordenado sin cargar demasiado las tintas. La idea la robamos cariñosamente de un maestro: don Federico Carlos Sáinz de Robles, con quien aprendimos a gatear primero y a caminar luego en estas fértiles tierras de la poesía.

Con el desarrollo del plan de trabajo, iremos asociando la poesía a la música, la escultura y la pintura. De sobrevivir a su finalización, realizaremos el mismo camino crítico pero con nuestra bellísima poesía hispanoamericana así como un breve recorrido por la poesía precolombina. Su riqueza temática pero su escasez de registros nos obliga a darle un tratamiento algo mágico.

Confiamos con todo esto en lograr aportar un dato, una clave...que permita desentrañar aquellos esfuerzos del hombre de todos los tiempos por plantarse ante el cosmos, ante sí mismo, ante propios y extraños, pero sobretodo, ante su amada.

1.Epoca primitiva. Siglos XII al XIV. Poesía castellana: Influencias bizantinas, árabes , provenzales, francesas. Arquitectura: bizantinismo, califato, románico, ojival ascético cisterciense.Forja de la Abadía de Fontenay.La absoluta prescindencia de adornos y lo espacioso e iluminado de sus salas es lo característico del estilo arquitectónico cisterciense

2.El Cuatrocientos. Siglo XV. Poesía: italianismo y castellanía popular de serranía. Arquitectura: ojival flamígero y renaciente. Se rompen cadenas. Brunelleschi, El Bramante. Ruptura con la arquitectura gótica. El castillo palacio cimero, eminentemente español.

3.Renacimiento. Siglo XVI. Poesía: Mucho italianismo, mucho españolismo. De allí, Boscán, Garcilaso. De acullá, Castillejo, León, Herrera. Arquitectura: Del Plateresco cargado en detalles e intrincado al Purismo, sereno y equilibrado. Italianismo (manierismo)y las figuras de Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. Ausencia decorativa.

4.Barroco. Siglo XVII. Poesía: Lope, Quevedo, Calderón, exhiben un barroquismo puro y originalísimo (también en Juan de la Cruz). Góngora. Culteranismo -término de carácter burlesco a partir de la palabra "culto"- fase final de la evolución de la poesía renacentista española instaurada por Garcilaso de la Vega. Arquitectura: puro barroco español, influyente del europeo. Urbanismo.

5.Neoclasicismo. Siglo XVIII. Fin del camino. Retablo Mayor del Convento de San Esteban de Salamanca.Se aprecia una ornamentación cargada,exagerada Retrocesos, pedanterías, falta de inspiración. Se soslaya el tema humano. Arquitectura: churrigueresco (el opuesto puntual al cisterciense), riberismo, aparición de amaneramientos a través del adorno.

6.Romanticismo. Siglo XIX. Poesía: Pasiones, desbordes emocionales, excitación de los sentidos. Arquitectura: Estilos excitables, abortados, como imperio Luis XVIII, Segundo imperio, isabelino, victoriano.

7.Cambalache. Siglo XX. Poesía: Inabordable. Futurismo, dadaísmo, ultraísmo, creacionismo, vuelta al barroco. Arquitectura: Hibridismo. Modernisme inspirado en formas orgánicas (Art Noveau)hasta Franco. Kisch nacionalista ajeno a todo lirismo. Planificación urbana (¿neo urbanismo?)